Lost (t. 1, 2004)
Cielo azul, mar turquesa, arenas blancas, restos de un avión destrozado… este es el escenario en el que se desarrolla la historia de los 48 sobrevivientes de un aparatoso accidente aéreo en medio del Pacífico. Lugar paradisíaco, condiciones infernales, historias interesantes… estos son los ingredientes que, mezclados con gran tino, han convertido a la serie Lost en un verdadero hitazo en Estados Unidos desde su estreno en septiembre pasado, el cuál fue atestiguado por poco más de 18 millones de televidentes.
Todo parece indicar que Lost también arrasará con la atención del público mexicano. Desde su primer capítulo, transmitido a principios de marzo, ha sabido ganarse el corazón y atraerse los ojos de buena parte de los seguidores de una nueva generación de series televisivas que han sabido apostar sus presupuestos --unos bastante creciditos, según se ve-- a historias más interesantes y complejas (Six Feet Under, Desperate Housewives), grandes despliegues de acción (Alias), la “cientifización” del morbo (CSI con todos sus derivados y parentela) o la cotidianización del sarcasmo y la ironía (Curb your Enthusiasm).
La apuesta de Lost se ubica justo en el terreno de las historias bien condimentadas y los personajes elaborados. Por un lado se encuentra un accidente, que podría parecer algo natural (que no por eso menos trágico), pero sobre el que se cierne la posibilidad de que exista algo más: una especie de fenómeno paranormal (tipo Triángulo de las Bermudas) que convirtió a unos simples pasajeros en un grupo de sobrevivientes, o la mano de un Big Brother (uno más elegante y poderoso que el de la Big Vero, claro está) que se divierte jugando con sus muñequitos de carne y hueso. Elementos como un monstruo misterioso que de vez en cuando hace estremecer la jungla y sus inesperados habitantes, el ataque de un oso polar o la milagrosa y silenciosa recuperación de un paralítico apuntan hacia la primera posibilidad, pero sólo el tiempo y los capítulos nos dirán la verdad.
Por otro lado, están los accidentados, que no son sólo Robinson Crusoes conviviendo con sus respectivos Viernes: parecen más bien personajes extraídos de una versión de El señor de las moscas para maduritos, que tratan de organizarse para hacer su situación lo más llevadera posible (los pesimistas o prácticos) o que simplemente esperan ser rescatados (los optimistas o pachones). Cada capítulo, además de exponer las aventuras y desventuras cotidianas de los extraviados, se centra en un personaje en particular: muestra por medio de flash-backs los eventos que hicieron que terminara abandonado en una isla, además de los miedos, pasiones, secretos y problemáticas que hacen que reaccione de determinada manera ante sus nuevas circunstancias.
De los 48 sobrevivientes destacan unos cuantos, cuyas historias ya hemos conocido o estamos a punto de conocer: Jack (Matthew Fox), médico convertido en líder natural del grupo; Kate (Evangeline Lilly), interés amoroso de media isla que era transportada como prisionera en el avión; Sawyer (Josh Holloway), el rebelde sin causa del grupo y quien inauguró el mercado negro en la isla al apoderarse de cuanto objeto abandonado encontró; Boone (Ian Somerhalder), el bien intencionado que no da una, hermano sobreprotector de la indolente Shannon (Maggie Grace), especie de prima de las Hilton que lo primero que hace en la isla es tirarse al sol y sacar el bronceador; Charlie (Dominic Monaghan ya sin su traje de hobbit) decadente rock star que lamenta no haberle pagado un boleto a su dealer; Sayid (Naveen Andrews), ex torturador iraquí (¿es que hay de otros según los gringos?); Jin (Daniel Dae Kim) y Sun (Yunjin Kim), matrimonio coreano que nos enseña que los machos y las adelitas no son exclusivamente mexicanos. Al grupo lo completan otros personajes más o menos atractivos, entre los que se cuentan una padre con su hijo (y su perro), una chica embarazada, un hombre mayor con complejo de cazador y un gordito dicharachero.
Lost se transmite todos los lunes a las 9pm por AXN. Una hora antes se repite el capítulo de la semana anterior, para quienes se lo perdieron o quieren volver a ver, y cada tanto pasan un maratón de la serie: los últimos capítulos, uno tras otro. No habrá manera de entretener más al ocio.
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Publicado originalmenrte en: La Crónica cultural, no. 107 (30 abr. 2005), p. 15.
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