Fidel Castro tiene mucho que celebrar este 2006. No sólo cumple 80 años de edad el 13 de agosto, sino que puede decir orgulloso que se ha mantenido en el poder por 47 años, ha sobrevivido a diez gobiernos estadounidenses y a 640 atentado en su contra. Nada mal para una sola vida. Y es que, se le vea como un héroe o como un villano, no se puede negar su naturaleza de sobreviviente, de hombre poco común, y esto tal vez esté relacionado con lo que su amigo Gabriel García Márquez dice de él: Fidel es “incapaz de concebir ninguna idea que no sea descomunal”.
Esta “enormidad” que caracteriza a Castro ha ayudado a su transformación en figura de bronce viviente, de esas a las que festeja y llena de flores, pero también a las que se plagan de graffiti y se tumban cuando los ánimos se encienden. Tanto las pasiones desatadas como las ideas estructuradas han producido ríos de tinta en manos de politólogos, periodistas, narradores y todos aquellos que se han sentido compelidos en algún momento a verter sus opiniones en torno a su figura, así como cientos de imágenes encuadradas en pantallas de cine y televisión que han contado cientos de veces una historia rebosantes de aristas. A pesar del desmayo sufrido en 2001 y el resbalón que terminó en fractura doble en 2004, que muchos han visto como el principio del fin de una era, la figura de Castro pervivirá por mucho tiempo en la imaginación popular. Todo apunta a que habrá Fidel para rato.
Enseguida presentamos una selección de libros y producciones fílmicas y televisivas que comparten el mismo objeto del deseo: el abogado, guerrillero, jefe político y revolucionario eterno, Fidel Castro Ruz.
El Comandante en (muchas) páginas
Entre las muchas y muy extensas obras que se han dedicado a Castro, existen algunas consideradas clásicas, como las publicadas en los años ochenta y noventa por Gianni Minà y Frei Betto. El primero, un reconocido periodista e intelectual italiano especializado en América Latina, elaboró tres textos a partir de entrevistas con el gobernante cubano: Un encuentro con Fidel (1988, luego reeditada como Habla Fidel); Fidel: Presente y futuro de una ideología en crisis analizada por un líder histórico (1991); y El Papa y Fidel: ¿Qué futuro espera a América Latina? (1999). Uno de los puntos más interesantes de estas obras es el cuestionamiento que Minà hace a Castro sobre el tema de la religión: ¿cuál es su postura frente al catolicismo?, ¿hay espacio en el Partido para los cristianos? Ante esto, y para sorpresa de muchos, el Comandante se muestra francamente abierto y hasta encuentra fuertes coincidencias con las ideas en torno a la pobreza del entonces papa Juan Pablo II, quien a su parecer “ha hecho pronunciamientos que si yo los digo serían subversivos, porque ha hablado de trabajo para los padres de familia, medicinas para los enfermos, tierra para los campesinos, viviendas para los que viven en los barrios marginales”. Coincidentemente, la obra del brasileño Frei Betto aborda la misma temática. En Fidel y la religión: conversaciones (1985), Castro apunta que: “Una de las características de nuestra Revolución es que suprime el robo, la malversación y la corrupción. Si la Iglesia decía: ‘amar al prójimo como a ti mismo’, eso es precisamente lo que nosotros predicábamos”. Y, en su estilo siempre controversial, asegura que “aunque eso no consta en datos, ni en estadísticas [...] con seguridad muchos de los que participaron en el Moncada eran creyentes”.
En obras posteriores se ha abandonado esta temática y se ha dado preeminencia al hombre sobre el personaje. Muestra de ello es la que se proclama como única “biografía autorizada” de Castro, escrita por Katiuska Blanco, periodista del diario cubano Granma, y publicada por primera vez en La Habana en 2001. Esta obra, que pronto será editada en México, pretende retratar al “hombre de carne y hueso” y a su familia. A decir de la autora, “no es un inventario acucioso de la realidad, ni siquiera un relato a pie juntillas de la vida de un inmigrante gallego fundador de un pequeño batey y de una familia numerosa, dos de cuyos hijos [Fidel y Raúl] forjarán después una leyenda”.
Junto a esta obra existe otra que vio la luz por primera vez en Brasil en 2001, producto de la periodista, historiadora y cineasta Claudia Furiati, considerada la “biógrafa consentida” de Castro. Y es que para la redacción de las 717 páginas de Fidel Castro. La historia me absolverá (2003), esta brasileña tuvo acceso a los archivos secretos y personales de Castro, logro de muy pocos. Con un par de apéndices muy útiles (Frentes de guerra y Cronología de la guerrilla), esta biografía francamente laudatoria cubre desde los años de infancia hasta 1999 en la vida del Comandante, al que equipara con José Martí: “a semejanza del patrono libertador, en su vida Fidel ha conjugado el pensamiento, la palabra y la acción”.
Entre las novedades editoriales se encuentra la Biografía a dos voces de Ignacio Ramonet (2006), reconocido sociólogo y periodista de Galicia, como la familia de Castro, y criado en Marruecos. Es el actual director de la publicación francesa Le Monde Diplomatique, y este no es el primer libro en el que retrata a un personaje carismático: hace poco sacó un libro sobre Marcos. Esta Biografía a dos voces es producto de una serie de entrevistas que el autor sostuvo con Fidel entre enero de 2003 y diciembre de 2005. En un tono que pretende ser imparcial, Ramonet termina por mostrar su admiración por quien considera “el último ‘monstruo sagrado’ de la política internacional. Pertenece a esa generación de insurgentes míticos –Nelson Mandela, Ho Chi Minh, Patrice Lumumba, Amílcar Cabral, Che Guevara, Carlos Marighela, Camilo Torres, Turcios Lima, Mehdi Ben Barka”.
En el mismo tenor se encuentra Fidel (2004), del periodista y ensayista alemán Volver Skierka, quien a la par de recoger información, asesoró a Oliver Stone mientras éste rodaba su documental en Cuba. Uno de los aciertos de esta publicación es que introduce la historia de Castro, quien para el autor “pasará a la historia como uno de los pocos revolucionarios que han permanecido fieles a sus principios”, en la historia mundial y en especial en la de las tensas relaciones entre Oriente y Occidente, Norte y Sur.
Con un tono menos periodístico y más literario, también se encuentra en librerías La autobiografía de Fidel Castro. I. El paraíso de los otros (2004) del escritor cubano Norberto Fuentes. Esta obra, por demás extensa (y pesada, gracias a sus casi 900 páginas), cubre la historia del Comandante desde su niñez hasta la revolución y la caída de Batista, y está narrada en primera persona por Castro, quien comparte con el lector pasajes íntimos de su vida.
Claro que no todo es vencer o morir... también existe el amor. Al menos esto es lo que quiso mostrar Isabel Custodio en El amor me absolverá (2005), donde esta hija de exiliados españoles dio a conocer el tórrido romance que vivió con Castro mientras éste radicaba en México y se encontraba preparando la revolución. La autora y el futuro prócer se conocieron cuando ésta acompañó al fotógrafo Néstor Almendros a retratar a varios combatientes cubanos encarcelados en México... entre ellos Fidel.
Fidel en la pantalla
La figura de Castro siempre ha ejercido cierta fascinación a los medios de comunicación: ya sea para elevarlo a la condición de héroe broncíneo o para denostarlo, su nombre e imagen ha poblado desde sus días de guerrillero las páginas de los diarios y las pantallas chicas y grandes. Por su parte, Fidel ha sabido aprovechar estos espacios para esparcir sus ideas y apoyar su perenne revolución, tanto dentro como fuera de Cuba: desde la denuncia al embargo comercial hasta la exposición de momentos embarazosos para otros gobernantes (léase el episodio Fox-Castro durante la Cumbre de Monterrey). Pero la relación del Comandante con los medios no ha sido sólo utilitaria.
Aunque algunos sostienen que es una mera leyenda urbana para desprestigiar a Castro, se sabe que en sus días de estudiante de bachillerato y en sus primeros años como estudiante de Derecho participó en la industria fílmica como extra para la Metro-Goldwyn-Mayer. Como lo oye. El futuro rector de los destinos cubanos fue el jovencito que apareció en una que otra escena de al menos cuatro producciones hollywoodenses: dos comedias musicales, You Were Never Lovelier (1942) y Holiday in Mexico (1946), la primera protagonizada por Rita Hayworth y Fred Astaire y la segunda, por Jane Powell; además de dos comedias románticas, Bathing Beauty (1944) y Easy to Wed (1946), ambas estelarizadas por la reina de las coreografías acuáticas, Esther Williams, la segunda con la participación de la también jovencísima Lucille Ball (sí, la del show I Love Lucy). Por cierto que los mismos que dieron a conocer estos datos denunciaron el “recorte” de las escenas donde figura Castro en casi todas las copias de estos filmes, obra –sugieren– de algún pro castrista que no quiso ver relacionado el nombre del tal vez mayor luchador antiimperialista con algunas de las producciones más “rosita” del cine estadounidense. Además, algunos sostienen que el trabajo en la pantalla grande de Fidel no quedó ahí, ya que tanto él como el Che Guevara trabajaron también como extras en producciones mexicanas durante su estancia en el país.
Dejando estos episodios aparte, el Comandante ha seguido figurando en documentales, ya sea como protagonista o como partícipe de episodios entre los que se cuentan la Crisis de los Misiles, la Guerra Fría, la historia del deporte o de la mafia. El más reciente de los documentales centrados en su persona es Rendezvous with Death: Why John F. Kennedy Had to Die (2006), dirigido para la televisión por el cineasta alemán Wilfried Huismann. Debido a la poca distribución de este género en nuestro país, acaba de pasar sin pena ni gloria –rebautizada como Cita con la muerte– por pocas y recónditas salas. Con una duración de 90 minutos, presenta una tesis bastante escabrosa: la muerte del presidente norteamericano John F. Kennedy fue resultado de una conspiración en la que estuvo involucrado el mismo Fidel Castro. Vale la pena mencionar que no ha sido el único en pensar en esta posibilidad. El narrador estadounidense James Ellroy construyó parte de su novela América sobre un hipotético nexo entre las mafias norteamericanas y el presidente cubano. Nombres como Jimmy Hoffa, J. Edgar Hoover y Howard Hughes se entrelazan con cargamentos de heroína procedentes de Cuba en esa historia.
Otro documental reciente y menos accesible aún es Fidel Castro (2005), realizado para el programa televisivo American Experience, escrito, producido y dirigido por Adriana Bosch, cineasta de origen cubano radicada en Estados Unidos. Fue transmitido por la PBS, cadena sin fines de lucro operada por 348 estaciones televisivas públicas estadounidenses, y pretende en sus dos horas de duración ofrecer un recuento de la vida y obra de Fidel, apoyado en entrevistas a exiliados y tránsfugas, politólogos, periodistas, ex miembros del gobierno castrista e incluso familiares para reunir todos los puntos posibles.
Pero tal vez el documental más publicitado, aunque no por eso más o mejor distribuido es Comandante (2003), dirigido y producido por Oliver Stone. Su hora y media de duración es el resultado de 30 horas de filmación, repartidas en tres días, en las que el mismo Stone entrevistó a Fidel durante la estancia del cineasta en Cuba durante febrero de 2002. Los temas que abordaron van desde la juventud de Castro y su ascenso al poder, hasta la Crisis de los Misiles, el embargo estadounidense y el papel de Cuba en el mundo. Su premier se realizó en el Festival de Sundance en 2003, pero después Stone hizo públicos sus problemas para exhibir la película en territorio estadounidense, tal vez por su clara admiración y apoyo hacia el castrismo, y culpó directamente a la mafia cubana en Miami por censurar su filme. En un tono completamente contrario se encuentra Mauvaise conduite (1984), escrita y dirigida por el cineasta español Nestor Alemandros. En ella se retratan las crueldades y el despotismo del régimen de Castro, a partir del testimonio de cubanos expatriados, entre los que destacan escritores, cineastas y presos políticos que alguna vez apoyaron a Castro en su lucha contra Batista, para luego separarse de él por diferencias políticas. Entre los personajes que aparecen en el filme se encuentran Guillermo Cabrera Infante, Susan Sontag y Reinaldo Arenas. El total de los testimonios fue luego publicado por el director, bajo el mismo nombre.
A diferencia de su amigo y compañero Che Guevara, quien ha merecido ya dos películas biográficas de altos vuelos (Che Guevara (2005), donde lo encarnó el español Eduardo Noriega, y Diarios de motocicleta (2004), protagonizada por Gael García Bernal), Fidel Castro sólo tiene en su haber un filme producido para la televisión: Fidel (2002). Dirigido por David Attwood y anunciado con el eslogan de “He fought for freedom. He settled for power” (Luchó por la libertad. Se asentó por el poder), fue transmitido en Latinoamérica como miniserie por Hallmark Channel. Uno de sus atractivos es el elenco, conformado por conocidos actores latinoamericanos, entre los que destacan por su número y la importancia de sus papeles, los mexicanos: Víctor Huggo Martin, quien da vida a un Fidel Castro que pasa de ser un joven e idealista abogado en busca de una segunda independencia para su país, esta vez frente a Estados Unidos, a un obstinado y duro gobernante; Gael García Bernal, que repite en su papel de Che Guevara y se esfuerza por conciliar el inglés (lengua principal del filme) con el acento argentino; Cecilia Suárez, como la guerrillera y luego miembro del gobierno, Celia Sánchez; y José María Yazpik que personifica a Camilo Cienfuegos. Además actúan la venezolana Patricia Velásquez, quien da vida a Mirta Díaz-Balart, esposa de Castro y madre de Fidelsito, la colombiana Margarita Rosa de Francisco hace de Natalia Revuelta, la amante con quien Fidel procrea una hija, y hasta Diego Luna hace una pequeña aparición durante el ataque al Cuartel Moncada. Basada en los libros Guerrilla Prince. The Untold Story of Fidel Castro (1993) de la corresponsal estadounidense Georgia Anne Séller, y Fidel Castro de Robert E. Quirk, la película triunfa al retratar a un Castro humano, con virtudes y defectos.
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Publicado originalmente en: Día Siete, no. 314 (6 ago. 2005), pp. 48-50.
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