Cierre los ojos por un instante. Trate de imaginar cómo era el mundo hace 30 años, cómo se veía, cómo sonaba 1977. Aunque algunos llenarán su escena con acordes que se escucharon en Avándaro y los envolverá el aroma a cuero, y otros serán momentáneamente cegados por las luces estroboscópicas de un lugar tipo Studio 54 y casi sentirán el poliéster sobre el cuerpo, todos -incluso quienes entonces ni siquiera figuraban en los planes de sus futuros padres- tendrán su propia visión de aquella época. ¿Y todo gracias a qué? Pues a un puñado de cintas que vieron la luz hace justo tres décadas y que ocupan, a la fecha, un lugar privilegiado en la cultura popular y en la historia de la cinematografía mundial: Annie Hall, Star Wars, Close Encounters of the Third Kind y Saturday Night Fever.
Estrenadas en abril, mayo, noviembre y diciembre de 1977, respectivamente, todas ellas revolucionaron a su manera la forma en que se hacía y se concebía al cine, nos heredaron estrellas cuyo brillo perdura hasta ahora y se ganaron el favor tanto de la crítica como del público en general. Dominaron la entrega de los premios Oscar, llenaron los cines, se convirtieron en un fenómeno. Son parte de la cultura popular e hicieron popular una imagen de su tiempo.
Cuatro del 77
Considerada por muchos una de las obras cumbre de Woody Allen, Annie Hall o Dos extraños amantes, como fue rebautizada en México, es la madre de todas las comedias románticas modernas. Así como Doris Day y Rock Hudson o Katharine Hepburn y Spencer Tracy representaron los conflictos de las parejas de sus días, Diane Keaton (Annie Hall) y Woody Allen (Alvy Singer) se convirtieron en iconos de su tiempo, e inspiraron a dúos cinematográficos futuros como el personificado por Meg Ryan y Billy Cristal en When Harry Met Sally (Cuando Harry conoció a Sally), dirigida por Rob Reiner en 1989. Con Annie Hall, Allen inauguró el cine por el que sería más conocido: una exploración de las relaciones humanas en entornos meramente urbanos (neoyorkinos, para ser más exactos), en la que destacan obsesivamente sus temas favoritos: el sexo, la muerte, la religión y el psicoanálisis; y mientras lo hacía, se dio el lujo de jugar con las reglas cinematográficas de su tiempo: los personajes hablan directamente a la cámara, hay saltos temporales, disgresiones y hasta una secuencia animada.
Sobre Star Wars (es decir, Una nueva esperanza, es decir, el episodio 4 de la saga de La Guerra de las Galaxias) posiblemente haya poco nuevo qué decir. La genialidad de su director-productor-escritor, George Lucas, fue llevar a la pantalla una historia clásica, con tintes épicos, ubicarla en un contexto diferente (el espacio, el futuro) y llenarla con una cantidad ingente de personajes diversos que van desde “una alfombra ambulante“, como la princesa Leia llamaba a Chewbacca, hasta robots parlanchines. A esto le sumó efectos especiales complejísimos para su tiempo y una nueva concepción de las campañas mercadotécnicas, combinación que le valió hordas de fanáticos para la cinta y suficiente dinero para que el mundo Star Wars siguiera creciendo. Es la historia de un grupo que con casi nada logró una victoria importante en la lucha por derrocar a un imperio opresor; es la historia de una producción independiente que se convirtió en una de las películas más exitosas de todos los tiempos.
También con un tema espacial, pero en una atmósfera terrestre, Close Encounters of the Third Kind (Encuentros cercanos del tercer tipo) fue el segundo hitazo en la carrera cinematográfica de Steven Spielberg, quien apenas dos años antes había inaugurado la época de los éxitos taquilleros de verano con Jaws (Tiburón). Fue justo uno de los protagonistas de esta cinta, Richard Dreyfus, quien dio vida a Roy Neary, un electricista al que le cambia la vida una noche estrellada en la que se topa con seres de otro planeta. A diferencia de las cintas que habían tratado el fenómeno extraterrestre con anterioridad, Encuentros cercanos partió de una perspectiva optimista: no estamos solos, pero no corremos peligro. La transformación del miedo en maravilla le ha valido a este filme una legión de admiradores cuyas filas aumentan aún a la fecha.
Saturday Night Fever (Fiebre de sábado por la noche) es otra historia de gente común haciendo cosas extraordinarias. Tony Manero (John Travolta) fue el típico antihéroe (en su caso, uno machista, sexista y malhablado) del que todos se enamoran y con cuyas ganas de salir adelante se identifican. Se convirtió en el icono de la juventud de los setenta, con su look poliéster y sus plataformas escandalosamente altas, y la situación no cambió ni siquiera cuando el autor de “Tribal Rites of the New Saturday Night”, artículo publicado por Nik Cohn en la New York Magazine en el que se inspiró la cinta, calificó su obra de una mera invención. El poder de Fiebre de sábado por la noche fue tal que, cuando se daba por muerto al movimiento disco, lo sacó de la esfera underground en que existía y lo llevó a la cima de su popularidad y le dio la vuelta al mundo.
Héroes como nosotros
Si bien podría pensarse que una comedia romántica con tintes intelectuales no tiene mucho que ver con la historia de un grupo de rebeldes en el espacio, las cuatro cintas que nos atañen tienen varias cosas en común (además del año de nacimiento). Para empezar, los protagonistas de todas ellas son personas comunes que luchan por alcanzar la libertad o lograr una meta personal y lo hacen por medios poco comunes o fuera de la norma. El mensaje parece ser: ante las circunstancias, hay que salir adelante por uno mismo y luchar por lo que uno quiere a título personal. Hollywood hacía eco al espíritu que imbuía a los jóvenes de entonces en EU: tras la renuncia de Richard Nixon a la presidencia debido al escándalo Watergate, la firma del cese al fuego en Vietnam tras el fracaso de la multicriticada invasión, y el inicio de la presidencia del demócrata Jimmy Carter, la esperanza estaba en el aire, aunque también el desencanto ante el pobre desempeño del gobierno. No es gratuito que en 1976 Martin Scorsese estrenara Taxi Driver y al año siguiente viera la luz The Deer Hunter (El cazador) de Michael Cimino, dos de las cintas emblemáticas de la crítica a la guerra en Vietnam.
Así los protagonistas de Annie Hall, Star Wars, Close Encounters y Saturday Night Fever hacen su propia crítica, no tan directa ni violenta, claro, y deciden ser los héroes de sus propias guerras con los medios que tienen a su alcance. Annie Hall decide ser quien maneja las riendas de su propia vida y tomar sus decisiones, correctas o incorrectas. Un campesino, un ermitaño, un mercenario, su socio y una princesa venida a menos unen sus fuerzas y se embarcan en una nave destartalada para atacar a un poderos imperio. Un hombre de familia de un pueblo perdido en el norte de EU deja el miedo y las ataduras a un lado para seguir su sueño, para conocer la verdad que anhela. Un chico de Brooklyn, con un trabajo miserable y muy pocas opciones de futuro, pone todo su esfuerzo y pasión en el baile, al que considera su único boleto de salida.
Mujeres de armas tomar
Otro punto en común de las cuatro cintas es la forma en que retratan a las mujeres. Annie Hall, Gillian Guiler y la princesa Leia son mujeres independientes y luchonas. La primera, interpretada por Diane Keaton, es prácticamente su alter ego -incluso comparten el nombre, pues el verdadero apellido de la actriz es Hall y su apodo cuando pequeña era Annie-. Tímida y torpe en un principio, poco educada y sin una dirección en su vida profesional, termina como una mujer segura de sí misma y de lo que quiere, que no se siente inferior a su pareja y hasta lo supera en logros, como cuando saca mucho más jugo del psicoanálisis en unas cuantas horas que en los 30 años que Alvy lleva tirado sobre el diván. El hombre que en un principio incluso llegaba a menospreciarla, termina recordándola con la mayor de las nostalgias cuando la ve perdida. Esta misma situación la revivirá Allen en otros personajes masculinos de su filmografía, como ocurre en Hannah and Her Sisters (Hannah y sus hermanas) o, más recientemente, Sweet and Lowdown (El gran amante).
El caso de Gillian Guiler, tercera protagonista de Encuentros cercanos (junto a Roy Neary y al líder de la expedición científica, Claude Lacombe), es más radical aún. Se trata de una madre soltera que, ante la abducción de su hijo por un ovni, no teme salir en su búsqueda. Su libertad y fortaleza la convierten en la compañera de Neary en su aventura, a diferencia de la esposa de éste, a la que podríamos definir como la típica desperate housewife, que prefiere abandonarlo y darlo por loco. La actuación de Melinda Dillon como Gillian fue tan impactante que, con pocas películas a cuestas, se hizo de una nominación como Mejor Actriz Secundaria, logro que repetiría cuatro años después con Absence of Malice (Ausencia de malicia) de Sydney Pollack.
En la no muy lejana galaxia de las mujeres fuertes del cine, la Princesa Leia siempre ha ocupado un lugar privilegiado. No sólo carece de cualquier tapujo para emitir su opinión (algunos podrían incluso llamarla contreras), sino que arma planes de rescate y maneja armas como la mejor, tiene dinero, un título nobiliario, es hija de uno de los más grandes jedis de la historia y su madre se distinguió en los terrenos de la política y la diplomacia. Leia Morgana (o Leia Skywalker Amidala, si hacemos honor a sus progenitores) es de hecho el personaje femenino dominante de la saga Star Wars entera, no sólo de la primera entrega. Fue princesa, rebelde, conoció el amor, encontró a un hermano del que ni siquiera sabía, procreó dos hijos que tuvieron por niñeras a todo un pueblo ewok y fue prisionera en un bikini de mínimas proporciones, lo que la convirtió en la fantasía de millones. Forma parte de la cultura popular y aparece en los lugares más inesperados, como en “A New Hope”, canción que el grupo Blink 182 sacó en 1997 (20 años después del estreno de la película), donde Leia es la personificación de la chica de los sueños: “Princess Leia, where are you tonight?/ And who’s laying there by your side?/ Every night I fall asleep with you/ And wake up alone” (Princesa Leia, ¿en dónde estás está noche?/ ¿Quién yace a tu lado?/ Cada noche me quedo dormido contigo/ Y despierto solo). Ni siquiera Carrie Fisher, la actriz que le dio vida, pudo con ella: después del éxito de los episodios 4, 5 y 6 de La Guerra las Galaxias, fue encasillada en el papel de princesa espacial y nunca tuvo una oportunidad siquiera parecida en el cine; tuvo una fuerte crisis por su adicción a las drogas, un corto matrimonio con el cantante Paul Simon y se convirtió en una novelista y dramaturga de cierta reputación en Hollywood.
Y aunque las mujeres de Fiebre de sábado por la noche todavía están inmersas en una sociedad machista, algunas buscan escapar. Es el caso de Stephanie Mangano (Karen Lynn Gorney), la bailarina que intenta con desesperación cruzar al otro lado del río (de Brooklyn a Manhattan) y cambiar el curso de su vida, aunque no sin torpeza y dependiendo todavía de un hombre. Lo contrario ocurre con Annette (Donna Pescow), la ex compañera de baile despechada y despreciada por Tony, quien sólo quiere perpetuar las cosas y convertirse en una más de sus hermanas casadas.
El sonido del cine
En 1977 compartieron el top ten musical Abba, K.C. & The Sunshine Band, Barry Manilow, Marvin Gaye, Kansas y Alice Cooper. Al tiempo que moría Elvis Presley, The Clash comenzaba a sonar fuerte en EU con su punk-rock politizado. Y en medio de todo esto, un compositor neoyorkino lograba una gran hazaña: competir contra sí mismo por el Oscar a Mejor Banda Sonora, representando a dos de las mayores y más premiadas producciones del año. John Williams, compositor de cabecera tanto de George Lucas como de Steven Spielberg (entre muchos otros), fue nominado en esta peleada categoría por Encuentros cercanos del tercer tipo, pero ganó por Una nueva esperanza. En ambas películas, la música cumplía un papel de suma importancia, casi podría decirse que era un personaje más, y el público fue tan receptivo de esta circunstancia que adoptó las melodías que veía en pantalla. Así, no sorprende que una de las canciones más populares del año fuera “Star Wars Theme/Cantina Band”, esto es, el tema que se toca en la cantina donde Obi-Wan Kenobi y Luke Skywalker se encuentran con Han Solo y Chewbacca; o que la gente recuerde la tonadita con la que se comunican los alienígenas con los humanos en Encuentros cercanos, tan bien o mejor que una cita del protagonista.
Pero fue en Fiebre de sábado por la noche donde la banda sonora se coronó como la reina del lugar. La coordinación entre historia, coreografía y música, junto al tremendo ángel que irradiaba John Travolta, lograron revivir un género que se consideraba moribundo y catapultar temas como “Night Fever”, “Stayin’ Alive” y “How Deep Is Your Love”, interpretados por los Bee Gees, a las alturas de las listas de popularidad. El soundtrack de Saturday Night Fever se convirtió en el primero equiparable en importancia y popularidad a la cinta misma: vendió en sus días más de 20 millones de copias y mantuvo el récord del álbum más vendido hasta que fue destronado por Thriller de Michael Jackson seis años después.
La “nota discordante” se encuentra en Annie Hall: como parte de sus experimentos, Allen decidió que la cinta no tuviera un tema principal, ni en la apertura ni al final. Sin embargo, la música sí ocupa un lugar importante, ya que la propia protagonista es cantante (o al menos lo intenta). Como resultado, podemos escuchar “It Had to Be You” y “Seems Like Old Times”, temas que le vienen como guante al dedo a la cinta, en la voz de Diane Keaton. Una experiencia en verdad interesante…
LAS TREINTAÑERAS EN EL OSCAR
Annie Hall: nominación a Mejor Actor (Woody Allen); ganadora de Mejor Actriz (Diane Keaton), Mejor Director (Woody Allen, quien no recogió su premio alegando que no se acordó que ese día era la entrega), Mejor Guión Original (Woody Allen y Marshall Brickman) y Mejor Película.
Star Wars: nominaciones a Mejor Actor Secundario (Alec Guinnes), Mejor Director (George Lucas), Mejor Guión Original (George Lucas) y Mejor Película; ganadora de Mejor Dirección de Arte, Mejor Diseño de Vestuario, Mejor Edición, Mejor Banda Sonora, Mejor Sonido y Mejores Efectos Visuales, además de que Benjamin Burtt Jr. se lleva un Special Achievement Award por su trabajo al crear las voces para los alienígenas, criaturas y robots.
Close Encounters of the Third Kind: nominación a Mejor Actriz Secundaria (Melinda Dillon), Mejor Dirección de Arte, Mejor Dirección (Steven Spielberg), Mejor Edición, Mejor Banda Sonora, Mejor Sonido y Mejores Efectos Visuales; ganadora de Mejor Fotografía (Vilmos Zsigmond) y del premio especial a Mejor Edición de Efectos de Sonido, para Frank E. Warner. (Cabe mencionar que su protagonista, Richard Dreyfuss, se llevó la presea al Mejor Actor, pero por otra película: The Goodbye Girl (La chica del adiós), de Herbert Ross).
Saturday Night Fever: nominación a Mejor Actor (John Travolta).
HISTORIAS CRUZADAS
* Paul Simon, quien tiene un pequeño papel en Annie Hall, fue esposo de Carrie Fisher, la princesa Leia de Una nueva esperanza, quien a su vez participa en Cuando Harry conoce a Sally, homenaje a Annie Hall.
* Richard Dreyfus actuó en American Graffiti (1973), dirigida por George Lucas, al igual que Harrison Ford, quien protagonizaría la saga de Indiana Jones, dirigida por Steven Spielberg y escrita por Lucas.
* Bob Balaban, quien personifica al geógrafo traductor del Dr. Lacombe en Encuentros cercanos, ha trabajado en varias películas de Woody Allen como Alice (1990) y Deconstructing Harry (1997). Participó también en Capote (2005), cinta que retrata un episodio en la vida del afamado escritor, quien tiene un breve cameo en Annie Hall.
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Publicado originalmente en: Día Siete, no. 357 (10 jun. 2007), pp. 50-56.
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